ESCAPADA A LONDRES

Una de las capitales del mundo, dicen. ¿Será porque todo el mundo está allí? Basta un par de paradas de metro y algunas miradas esquivas para descubrir el caleidoscopio multicolor. Ese contraste de luz con los días de lluvia.

Londres es mujer. Es impresionante, inteligente, inquieta, loca, protocolaria, libre, reservada, fugaz. Fugaz como esta escapada de sólo unos días. Esta vez con pasajero extra de 5 años. ¡Qué risa! No hay nada mejor que los niños. Su inocencia. Su lealtad. La nobleza que tienen. La forma de descubrir las cosas con la mirada de niño, con la aplastante lógica que te desmonta la coraza y te atraviesa el alma. Despegar el avión y escuchar: «¡Mira, papá! ¡el mundo se está conviertiendo en un mapa!». Y así. Ojalá siempre así.

Viajar es la riqueza. Eso es lo que te llevas. Aprendizaje es poco. Las maletas están para llenarlas de souvenirs, de recuerdos, mejor dicho. Eso es lo que tiene viajar. Que te saca de la rutina. Que te desconecta de lo de siempre. Que te aleja de tu lógica diaria. Pero lo bonito, al final, como siempre, es volver.